A las figuras básicas de la Virgen María, San José, el Niño Jesús, el buey y la mula se han ido añadiendo un sinfín de personajes: los Reyes Magos, los pastores, las lavanderas... y algunos otros bastante curiosos y divertidos.
En Provenza, al sur de Francia, los belenes a veces incluyen centenares de figuras de arcilla pintadas llamadas “santóns”. Cada una hace referencia a una profesión tradicional de la región.
De esta forma, cada país ha ido dejando su huella en una representación que, a pesar de enriquecerse con la libertad e imaginación de cada “artista”, tiene ciertas reglas.
ELEGIR EL MOMENTO Y EL LUGAR
Lo normal es montar el pesebre el 8 de diciembre coincidiendo con la fiesta de la Inmaculada Concepción. En algunos países como México la figura del Niño Jesús no se añade hasta el 25 de diciembre para que coincida con el día que recuerda su nacimiento. Otra costumbre es incluir a los Reyes Magos el 6 de enero, justo a tiempo para entregar sus ofrendas.
Aunque en muchas casas el pesebre desaparece con las últimas golosinas, debería aguantar un poquito más allá de la Navidad, hasta el 2 de febrero, el momento en que Jesús es presentado en el templo.
Y es que un pesebre es algo más que un objeto de decoración. Tiene una fuerte carga simbólica de tipo religioso y por eso, para los que lo armen con esa intención, es importante tener en cuenta las fechas a la hora de prepararlo.
Conviene que el pesebre ocupe un lugar destacado en la casa, a ser posible en la entrada o el salón, y que no esté demasiado alto para que puedan disfrutar de él también los más pequeños.
El tamaño nos dará una pista sobre el soporte necesario: si es un pesebre de grandes dimensiones le reservaremos una mesa como la del comedor que además esté arrimada a la pared pero, para un nacimiento, lo último es ponerlo a los pies del árbol de Navidad.
QUÉ NECESITAMOS
En algunas familias la preparación del pesebre es todo un acontecimiento que reúne en torno a él a padres, hijos y abuelos. Se trata de la excusa perfecta para hacer una actividad en común pero que, si no se organiza desde el principio, puede convertirse en un caos. Lo primero es elegir las figuras según el tipo de pesebre que tengamos en mente.
Para un nacimiento serán imprescindibles las figuras de la Virgen María, San José y el Niño Jesús, a las que podremos añadir el buey y la mula.
Si queremos aumentar el tamaño del pesebre, los Reyes Magos no pueden faltar. A partir de aquí, iremos sumando más personajes a nuestro gusto, de forma que interactúen unos con otros.
En la decoración hay que empezar cubriendo la superficie con un papel de estraza para evitar manchas y derrames. Después colocaremos arenilla o aserrín y al fondo, en la pared o sobre una tabla, un papel de forrar que haga de cielo. Podemos comprarlo con estrellas ya incluidas o hacerlas a mano con forro de plata o purpurina.
Para las montañas, venden un papel fácil de arrugar sobre el que de vez en cuando colocaremos trocitos de alguna hierba o elemento que se asemeje al musgo.
PESEBRES ORIGINALES
Si queremos iluminar nuestro belén con luces, debemos colocarlas antes que el resto de los objetos, entre las montañas, para ocultar los cables lo más posible.
Los ríos, fuentes y pozos son otros detalles que debemos prever con antelación. Para darles un toque más realista, anímese a dejar de lado el papel cristal y rellenarlos con agua de verdad. El río puede montarlo usted mismo con uno o varios recipientes alargados de plástico excavados entre la arenilla del suelo.
Para que su pesebre sea el más original, eche a volar su imaginación y pruebe a elaborarlo por sí mismo. Se han llegado a hacer pesebres en mitad de la playa o en el fondo del mar.
Una idea es comprar las figuras de escayola sin pintar para decorarlas a su gusto, o bien hacerlas de plastilina, lápices o cartulina. En este último caso, no olvide poner una pestaña en la base de las figuras que doblará a un lado y a otro para que se sostengan al colocarlas.
Si se le dan bien los trabajos manuales, puede dar un paso más y hacer su pesebre artesanal con figuras de madera o de corcho. Si no, seguro que le resultará más fácil dejar su huella en el resto de la decoración.
Cualquier material es válido: papel pinocho para la vegetación, semillas y frutos secos para el suelo, carbón para las montañas... y en el cielo un collage de cartulina con huecos forrados de papel transparente para las estrellas.
